Pésima noticia. Menos mal que he estado hace bien poco y lo tomaré como una despedida de nuestro queridísimo Bar Zurdo.
Por supuesto, como dice Pablo, en esta última ocasión que estuve con mi hijo fueron unas horas de martirio sin fin y sufrimiento sobrehumano. No tenéis más que ver la foto de mi martirio orejil en la sección de cumpleaños en el apartado general. Es un testimonio gráfico de lo mal que lo pasé y de la mala gente que pulula por allí.
La verdad es que era un sufrimiento que me encantaba y que cada vez que iba a Madrid y me presentaba en la Santa Sede se convertía en una velada mágica.
Las vueltas que di hasta que di con el bar la primera vez, las conversaciones con Luis y Lucio, la comida con el Presi, la agradabilísima conversación con un amigo de Lucio, la cena de Classicauto del año pasado, la última comida entre escultores, las sobremesas en casa de Luis y Mabel... las cervezas, la ensaladilla, los espaghettis, las empanadillas, el vino con Casera, la pescadilla...
En fin, soy un privilegiado por haber compartido unas cuantas horas con vosotros en la Sede pero he de reconocer que estoy triste porque se cierra un capítulo que será muy difícil de llenar.
Y por supuesto, como te dicen todos los compañeros, Luis, para lo que pueda estar en mi mano, cuenta conmigo. Eres de esas personas que uno se encuentra muy pocas veces en la vida y que su amistad es más valiosa que la mejor lotería.
Desde la añoranza, un triste saludo.